La experiencia de la Gran Luz masónica El Universo para el masón no es únicamente aquello que nos muestran los sentidos, la ciencia o la religión. No únicamente la escena exterior.
En realidad, jamás es únicamente la escena exterior, sino que siempre constituye la combinación de uno mismo con ella, el Universo y el Yo en Armonía.
No es la mera percepción de los sentidos físicos, de este duro mundo de la tierra, sino la Realidad es aquel distante punto de luz en el espacio Interior en Nosotros, es la percepción de ideas, la captación de verdades superiores, el darse cuenta de grandes significados, el ver las cosas más familiares bajo una nueva gran luz, el intuir su esencia, el experimentar sufrimiento y regocijo.
Se nos da como pan del cielo y como hecho terrenal. En su escala más grande yace más allá del dominio de los sentidos y se le puede discernir tan sólo interiormente, por medio de la comprensión.
Puede, de pronto al iniciarse masón , abrirse en el corazón o en la mente un reino de experiencia que no corresponde al mundo exterior, pero que puede interpretarlo. ]
Entonces nos baña la Gran Luz de la comprensión. Luz sin falsedades, experiencia pura, luminosidad sin sombra en la que se desvanece la dureza del propio ser.
Y vemos con la autoridad que nos da el significado. Palpamos, pero sin aquel sentido de separación que el contacto físico nos da inevitablemente.
Sentirnos en profundidad sin hablar con nosotros mismos, libres del espejo de la personalidad superficial.
Cada experiencia de esa Gran Luz que nos crea profundamente.
Es Gran Luz creadora que transforma el significado de todas las cosas y que el hombre ha buscado desde el comienzo del tiempo. esa Gran Luz que a nadie puede engañar.
Significado que nos muestra lo que siempre hemos sabido, pero que jamás hemos tenido la fuerza de recordarlo.
No sólo nos sentimos creados por cada experiencia de esa Gran Luz, sino que decimos que ella es lo que hemos buscado siempre: este significado, esta realidad, esta dicha mal interpretada al buscarla en mil direcciones físicas e inútiles.
Esto es lo que todos deseamos y que la luz externa del mundo pretende ofrecemos, pero que jamás da. La unión que se percibe es, en verdad, unión, la idea oculta tras nuestras extrañas vidas de búsqueda, de nuestras vidas incompletas.
¿Cómo se obtiene esta Gran Luz?
¿Cómo lograr esa unión con el significado?
¿A través de qué brilla?
¿Dónde hemos de hundir el bisturí para abrirle paso?
Siempre se ha hablado de ella en Masonería.
Para hallarla, el hombre ha de diseccionarse, muy dentro de sí mismo. Tal es, en resumen, la substancia de cuanta enseñanza trata acerca de ella.
Y el hombre no podrá hacerlo, a menos que comience a verse directamente, como un nuevo acontecimiento, como el suceso diario de sí mismo; sin analizarse, sin criticarse, ni como motivo de palabrería.
Esta calidad de conciencia que conduce a la región por la que se recibe el significado, no es la conciencia que de ordinario tenemos.
Muchas son las cosas que nos entorpecen el camino. Primero, la fuerza de la imaginación. Imaginamos que ya la tenemos esa Gran Luz .
La imaginación es el material psíquico con el que puede fabricarse cualquier sustituto de la realidad. Es la fuerza más poderosa de la vida.
Luego, hemos de practicar constantemente el proceso en que la conciencia se usa como bisturí de disección.
Y esto requiere un esfuerzo que no se precisa para la vida en el mundo.
Por eso olvidamos con facilidad y no mantenemos vivo lo comenzado en la empresa.
Pero, antes de que semejante cosa nos sea posible, es preciso que se sienta la realidad de un aspecto interno del Universo y que se sepa que este aspecto se capta sólo a través de los sentidos internos.
Es preciso darse cuenta de que uno vive profanamente volcado hacia fuera, en un mundo de efectos cuyas causas ocultas conducen a misterios más allá de la capacidad humana de solucionarlos. También se ha de dar cuenta el hombre de que lleva en sí mismo estados que le son desconocidos.
Cuando vive bajo el dominio de los sentidos, el hombre está al revés.
Piensa que el sentido precede a la mente. Y entonces nada de lo interior puede pertenecerle porque ha invertido el orden natural.
En última instancia, tratará con todo por medio de la violencia.
Pues si se toma el objeto sensorio como la ubérrima y suprema realidad, se le puede aplastar, dañar, violar o matar. Por este motivo es que, psicológicamente, el materialismo es cosa tan peligrosa.
No sólo cierra la mente y su posible don de desarrollo, sino que todo lo da vuelta al revés, al extremo de que explica la casa por los ladrillos, el universo por sus átomos y su contenido, con una serie de explicaciones de bajísima calidad.
El propósito de la Masonería ha sido siempre dar Luz al hombre.
En sí mismo el hombre y la mujer son la Logia que se comunica con lo de arriba y lo de abajo.
Tiene un aspecto interno y uno externo.
Las grandes catedrales que construyeron los hermanos masones operativos, no eran sino representaciones del hombre, bellas a medias y no acabadas.
Alcoseri
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