ASPECTOS SIMBÓLICOS DEL 'SIGNO DE SOCORRO'.


Introducción

Hoy nos toca hablar del signo de socorro, signo que se le entrega al maestro masón el día de su exaltación, y del que no se ha escrito mucho en las fuentes bibliográficas tradicionales a las que usualmente solemos recurrir. Nuestro ritual de exaltación tampoco se explaya demasiado al respecto, y solo nos dice que:

“Consiste en levantar las dos manos, con los dedos entrelazados, las palmas al revés por encima de la cabeza (formando un triángulo cuya base está formada por los hombros) exclamando, en caso que sea de noche, ¡A mí los hijos de la Viuda!”


Por otra parte, encontramos algo más de información en el catecismo del grado, el cual nos aporta con la siguiente pregunta:

- “P: ¿Qué harías si, estando en gran peligro, reclamáis la ayuda de vuestros Hermanos?
- R: Se ejecuta el “Signo de Socorro” exclamando: A:.M:.H:.D:.L:.V:. El Muy Respetable Maestro y vuestros Hermanos, no dejarán jamás de responder a vuestra llamada”

En esta plancha de arquitectura, se revisarán los antecedentes que se disponen, y de manera breve se analizarán para proponer una hipótesis que busque adentrarse en el mensaje que nos quiere transmitir este símbolo, propio del grado de maestro.

Antecedentes
A. Este signo tiene solo ligeras variaciones en los ritos masónicos de origen francés, a diferencia de los de vertiente anglosajona, donde sí presenta variaciones que son explicadas en el ritual de Emulación, de acuerdo con el país donde se encuentre el Hermano que necesita realizar el signo. Pero en general, siempre implica un movimiento con los brazos hacia las alturas, y la frase ya mencionada con alguna ligera variación. Para los efectos de este trabajo, nos quedaremos con la versión explicada al comienzo, correspondiente a nuestro rito de Memphis-Misraim.

B. Socorrer significa “Ayudar, auxiliar o asistir a alguien en una dificultad o peligro”, y viendo la etimología de la palabra, encontramos que viene de la combinación entre “sub” y “currere”, es decir, correr hacia abajo o desde abajo, o en realidad “correr para servir de apoyo”. Con esto se remarca el énfasis, de que al momento de realizar este signo siempre se está solicitando una asistencia de alguien más.

C. Cabría preguntarse ¿Qué es un grave peligro? Ciertamente este signo ha sido realizado a través de la historia, y ha quedado registrado en el inconsciente colectivo de la Orden por hermanos que estuvieron en uno u otro bando de conflictos armados, teniendo como resultado una garantía de un trato justo posterior. Pero también podríamos decir, en otro orden de cosas, que los peligros a los que nos enfrentamos son los mismos que nos han atacado siempre, y que en la Masonería han sido encarnados en los "tres malos compañeros", es decir la ignorancia, la hipocresía y la ambición. Ellos fueron los responsables de la muerte del Maestro Hiram, impidiendo así el acabamiento de la construcción del Templo.

Los "tres malos compañeros" nos acompañan diariamente, tanto en el mundo exterior como en nuestro mundo interior, y son los que nos alejan de la vía de desarrollo espiritual. Los malos compañeros renacen día tras día, y es labor del masón estar siempre vigilante para que ese desarrollo no se vea interrumpido.

D. Como hemos dicho, la realización del signo de socorro va acompañada de la frase: “A mí los hijos de la viuda”. Y en esa frase podemos ver el llamado a la Masonería en general para sortear los peligros enfrentados. Pero también lo podemos ver en su aspecto más profundo. En Egipto, esta viuda ha sido identificada como Isis, representando la sacralidad de la Naturaleza que se encuentra abandonada de su esposo, Osiris, debido a que fue matado y descuartizado por su "hermano" Set. Osiris es el Dios invisible que ilumina las inteligencias, y antes de morir él había engendrado con Isis a Horus, simbolizado por el Sol. Horus es así un "hijo de la viuda", pero él se levanta cada día como el Dios que ilumina el mundo venciendo a las "tinieblas". El maestro Hiram también es conocido por ser un “hijo de una viuda de la tribu de Neftalí”, y al ser un iniciado completo, ha rencontrado y reunido en sí aquello que estaba separado, como Isis recompone el cuerpo de Osiris. Esto le permite a Hiram el conocimiento y la práctica en todas las artes y oficios que se le atribuyen en la Biblia.

E. En la forma en que se realiza el signo de socorro podemos encontrar una interesante comparación con el Árbol sefirótico de la Cábala transpuesto al cuerpo humano, tal como se muestra en la figura 2. En ella, las manos, haciendo el signo de socorro, semejarían el triángulo superior del Árbol sefirótico. Además, las palmas de las manos vueltas hacia "arriba" y con los dedos entrecruzados, están expresando el estado de unidad o conciliación de los opuestos representados por la mano derecha y la mano izquierda. Este gesto sugiere la idea de un intento por“comunicar” con lo que- siguiendo la analogía presentada- sería el Ain Soph, o En Sof, es decir el Infinito metafísico, que es el verdadero Misterio de la maestría.


Figura 2.- Diferentes imágenes del Árbol sefirótico y correspondencias con el ser humano.

Reflexiones
Podríamos proponer, por tanto, la hipótesis de que este signo de socorro, de llamado de asistencia y soporte, tiene que ver con un intento de conexión con nuestra divinidad, en un contexto de desesperación, puesto que hablamos de un peligro que nos acecha, y que el ritual mismo nos sugiere, al decirnos que la frase debe exclamarse de noche, es decir cuando estamos rodeados de oscuridad. Estos peligros a mi parecer, tienen que ver con los malos compañeros que, en cada uno de nosotros, matan y alejan a nuestro maestro Hiram y nos mantienen con la Obra de construcción de nuestro Templo detenida, como hemos señalado anteriormente.

Este signo le es enseñado al masón en el día de su exaltación a maestro, en conjunto con los otros signos, palabras y toques relacionados a su grado, y como tal tienen que ver todos con el secreto de la acacia que le es presentado, y que en su realización práctica nos sugieren llevar la atención al centro- en el caso del signo de orden-, y al eje vertical en el caso del signo de socorro[1].

La ayuda esperada, la podemos entender en varios niveles. En el plano físico, de nuestros hermanos que, al igual que nosotros, han recibido la exaltación, partiendo con el Muy Respetable Maestro, que siguiendo con la hipótesis propuesta y tomando el plano de la logia y la ubicación de los oficiales transpuestos al Árbol sefirótico, representaría a Kether, la primera sefirah, la Unidad. Nuestros hermanos maestros, que conocen la Acacia, saben que pertenecemos a una misma unidad, y más allá del sentimiento de fraternidad pertenecemos a una cadena viva de transmisión, y como tal su resistencia está dada por el eslabón más débil, lo cual es motivo suficiente para siempre estar presto a la ayuda, a "socorrer" al hermano que solicita, en lo más profundo de la noche, la "ayuda" de su tradición, de recibir su "Fuerza" y su "Sabiduría", necesarias para la regeneración espiritual. Esta cadena incluye también a quienes ya no se encuentran en este plano físico, y que sin embargo nos siguen asistiendo, cuando lo solicitamos de manera sincera y honesta. Hablamos de los Maestros Pasados, que en algunas vías iniciáticas, y en la Masonería en particular, los recordamos y hacemos partícipes de nuestros trabajos.

Ya en un plano más elevado, la asistencia solicitada siempre será concedida por la divinidad a través de alguno de sus intermediarios, en la medida en que nosotros también realicemos nuestro trabajo en este mundo físico. Esto ya lo revisamos en el transcurso del año cuando vimos las tres historias judías [2], en una de las cuales el profeta Eliseo le hace multiplicar el aceite a la viuda del profeta Obadías, en el vaso en que ella tenía una pequeña cantidad del mismo, explicándole que ese vaso y la  poca cantidad de aceite eran suficientes para él, ya que las bendiciones de lo alto no pueden reposar allí donde no hay nada.

Masónicamente, debemos trabajarnos a nosotros mismos para convertirnos en un verdadero Templo, el cual pueda ser capaz de recibir la ayuda que, a través del signo de socorro nos "conecta" con el Gran Arquitecto del Universo. Si la solicitamos de corazón, nos será concedida.




Notas

[1] El “Signo de Socorro” del Maestro Masón, Francisco Ariza.
[2] Símbolos fundamentales. La puerta nº 48. Artículo “Historias Judías I”.


Referencias Bibliográficas
-René Guénon: Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada, cap. XLVI: "Reunir lo Disperso".
-Jules Boucher: Simbolismo masónico.
-Ritual 3er. grado del Rito Hermético, Oriental, Antiguo y Primitivo de Memphis y Misraim.
Aldo Lavagnini: “Manual del Maestro.” 
Oswald Wirth: “El libro del Maestro”.
-Francisco Ariza: “Signo de Socorro” del Maestro Masón, El Taller. Revista de Estudios Masónicos.
-Símbolos fundamentales. La puerta nº 48.

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