LA VIVENCIA PERSONAL DEL MASÓN


A VIVENCIA PERSONAL.

El masón no va al Taller a trabajar. El masón va al Taller a exponer su trabajo, y dejar que los Maestros le iluminen con su Luz, para seguir trabajando.

El trabajo del masón es individual y personal. Consiste en el estudio, la concentración, el auto-juicio y la auto-crítica en cada momento de su existencia, a través del análisis, la reflexión y la meditación. En soledad o en compañía de sus Hermanos y Hermanas.

Nunca un masón podrá dejar su trabajo para el Taller, olvidando que es masón 24 horas al día 365 días al año. 

En cada gesto cotidiano, en cada pensamiento, en cada palabra o acción el masón ha de aplicar la regla y la escuadra, el compás, el nivel y la plomada.

Si no es así, el masón que lo es por juramento de iniciación, es tan sólo "masón de mandil", como son todos aquellos que van al Taller a encontrar Luz, pero saliendo de él se olvidan de sus deberes para consigo mismos, sus Hermanos y los demás seres de la Creación.

El masón es masón de cuerpo, alma y Espíritu, siendo una unidad trina e indivisible, como trinario es el Gran Arquitecto de los Mundos. 

Cuerpo para conducirse con decoro, mesura, armonía y paz. Alma para conducirse con libertad, igualdad y fraternidad. Espíritu para elevarse en busca de la Luz que emana de lo alto (Axis Mundi).

El "masón de mandil" es una entidad vacía. Una cáscara huera y ufana que luce anillos, pines en la solapa y se declara masón a donde quiera que va, ignorando los principios de humildad y silencio, que son las virtudes del Aprendiz Admitido que nunca (!) se han de olvidar.

Vivamos. 

Vivamos en nuestro propio Taller, en nuestro corazón, no fuera en el mundo. 

Vivamos nuestras experiencias en la soledad de quien hace no por ser visto, sino por construirse y construir, que de ahí lo de masones que hemos de tener.

No con oropeles y bordados finos, sino con el sallón puesto en el alma, de los trabajadores antiguos, que comenzaban sus obras con una oración o una meditación de gratitud por el trabajo a realizar.

Salud, Fuerza y  Unión no son sólo palabras. 

No es una frase manida que utilizásemos automáticamente, como la otra del Triple Abrazo Fraternal.

Por la Salud, debemos entender la Salud de cuerpo, alma y Espíritu, que son los tres componentes de nuestra persona. De nuestro YO superior.

Por Fuerza, la energía necesaria e inconsumible, para permanecer ajenos a los asunto de los hombres, atentos sólo a nuestro propio trabajo interior, intenso y abnegado, para construir al Hombre que aspiramos a ser.

Por Unión, el espíritu de la fraternidad de la Cadena de Unión, que no se rompe al atravesar en sentido inverso las columnas del templo. Que no se quiebra, que se mantiene, que se riega y se conserva viva, siempre.

Por el Triple Abrazo Fraternal, abrazamos cuerpo, alma y Espíritu. Intercambiando energías y dando lo mejor de nosotros.

Que así sea.

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