OPTIMISMO Y PESIMISMO
La visión de que todo en la naturaleza y en la historia de la humanidad está ordenado para bien, y de que el orden de las cosas en el universo está adaptado para generar el mayor bien, posibilita al optimista ver una oportunidad en cada dificultad, descubrir el lado positivo de cada situación, adoptar un estado mental esperanzado y confiado, y obtener lo mejor de la vida y de las circunstancias.
La doctrina de que el mundo y la vida humana son males esenciales, de que este es el peor mundo posible condena al pesimista triste y deprimido a ver una dificultad en toda oportunidad, a creer que todo tiende a empeorar, a estar dispuesto a adoptar una visión desesperante de la vida, a anticipar fracasos y desgracias.
El temperamento positivo del optimista muestra que el accidente no es tan terrible como temías; la colina no es tan alta como pensabas antes de comenzar a escalarla; la dificultad no es tan grande como creías y las cosas salen mejor de lo que esperabas.
El pesimista tiene un humor que le hace mirar el lado oscuro de las cosas y pintar la oscuridad de forma exagerada, mucho más oscura de lo que es; tiende a sostener que las cosas son más malas que buenas, peor que malas.
Ten fe en ti mismo y levanta la mirada; triunfa en la vida; conviértete en un poderoso optimista; regocíjate en la Divinidad omnipresente.
Los optimistas creen que sus acciones van a servir para algo, mientras que los pesimistas no tienen tanta fe en sus posibilidades y desisten más a menudo. El pesimismo tampoco ayuda como mecanismo protector: hay quien defiende que el pesimismo puede protegernos de decepciones, al mantener las expectativas bajas.
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