En la danza eterna del sol y la sombra, llega el instante en que ambos se miran de frente, sin imponerse uno sobre el otro.Es el equinoccio, el portal donde los velos del misterio se tornan más delgados y la voz del oriente resuena con claridad para aquellos que han aprendido a escuchar.
No es un mero tránsito astronómico; es el susurro de la gran obra en su eterno devenir, el eco de un conocimiento que ha sido legado solo a quienes han sido dignos de portarlo.
Los profanos verán en este día el florecer de los campos, el regreso del calor y la promesa de días más largos...
Los sabios saben que la primavera no solo ocurre en el mundo visible. Su verdadero florecer es el del templo Interior, donde la piedra tosca debe haber sido pulida con paciencia, donde el fuego del athanor ha transmutado el plomo de la ignorancia en el oro del entendimiento.
La luz que regresa no es una concesión gratuita de los astros, sino el reflejo de una búsqueda incansable.
El hermano que ha trabajado en silencio, que ha elevado su pensamiento más allá de lo perecedero, que ha trazado su propio sendero con el compás y la escuadra de la voluntad, entenderá que este momento no es solo un cambio de estación....
..Es la oportunidad de cruzar un umbral velado para los ojos que aún no han sido abiertos.
El templo de Salomón, en sus planos invisibles, alinea su estructura con este instante.
El sol, en su justa medida, se posa sobre el punto exacto donde la entrada se ilumina con el fulgor de un conocimiento que solo puede ser comprendido en el silencio.
Es aquí donde el aprendiz debe recordar la fórmula inscrita en la más antigua de las piedras.......V.I.T.R.I.O.L......
Porque en la búsqueda dentro de sí mismo está la clave para la trascendencia.
No hay equinoccio sin sacrificio, ni primavera sin muerte previa del Invierno.
El iniciado que ha descendido a las profundidades del arcano, que ha conocido la noche más oscura de su espíritu, es el único capaz de renacer con la verdadera luz.
Y mientras la naturaleza despierta, el alma del sabio, si ha comprendido el secreto de este instante, despierta con ella.
Los símbolos han sido colocados.
Las columnas guardan el equilibrio del mundo. La luz y la oscuridad se observan en perfecto silencio.
Solo resta una pregunta...
¿Quién de entre los hijos del arte estará listo para cruzar el umbral?
AUTOR. Dalia Hernández .'.
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