Tus hijos no son tus hijos.
Son los hijos y las hijas del anhelo de la Vida por sí misma.
Vienen a través de ti, pero no de ti,
y aunque estén contigo, no te pertenecen.
Puedes darles tu amor, pero no tus pensamientos,
pues ellos tienen sus propios pensamientos.
Puedes hospedar sus cuerpos, pero no sus almas,
porque sus almas habitan en la casa del mañana,
que no puedes visitar, ni siquiera en sueños.
Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerlos como tú,
porque la vida no retrocede ni se detiene en el ayer.
Tú eres el arco desde el cual tus hijos,
como flechas vivas, son lanzados.
(Khalil Gibran)
Así como los hijos no son nuestros, sino de la vida, también cada iniciado en el sendero masónico es dueño de su propio crecimiento.
No guiamos imponiendo, sino inspirando.
Porque la verdadera luz no se da, se enciende desde dentro.
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