La anatomía cósmica del alma, un viaje por la percepción, la conciencia y la inspiración (obra de Robert Fludd)

 


Contemplamos un grabado que, a pesar de su antigüedad (datando de principios del siglo XVII), obra del médico y místico Robert Fludd para su compendio Utriusque Cosmi Maioris scilicet et Minoris Historia (entre 1617 y 1621), se erige como un sorprendente mapa de la conciencia humana.


Este diagrama no persigue la cartografía cerebral, más bien la revelación de la arquitectura del alma.

Es, en esencia, un diagrama psicocósmico, una ventana al entendimiento de la experiencia humana desde una perspectiva que entrelaza la filosofía platónica, la hermética y el entendimiento de las emanaciones sefiroticas.

La imagen se organiza en torno a la cabeza de un hombre, cuyo gesto de la mano alzada sugiere tanto la recepción como la ofrenda.

Desde ella, y hacia ella, se irradian y convergen tres grandes "mundos" o esferas de existencia y percepción, cada uno con sus propias subdivisiones circulares, delineando un complejo sistema de interacciones.

En el costado izquierdo del grabado, encontramos el Mundus Sensibilis, el "Mundo Sensible".

Este es el reino de la experiencia directa, donde la conciencia interactúa con la realidad externa. Está representado por una serie de cinco círculos concéntricos que se expanden desde el centro.

Este diseño evoca los cinco elementos aristotélicos (Éter, Fuego, Aire, Agua, Tierra), con la Terra (Tierra) como el círculo más interno y denso, y el Æther (Éter) como el más externo y sutil.

Este modelo microcósmico refleja la cosmología geocéntrica de la época, pero aquí, los elementos no son meros componentes físicos; son grados de densidad y sutilidad de la realidad perceptible.

Del Mundus Sensibilis parten cinco líneas que se dirigen a las correspondientes aberturas del rostro del hombre: Visus (Vista) al ojo, Auditus (Oído) a la oreja, Odoratus (Olfato) a la nariz, Gustus (Gusto) a la boca y Tactus (Tacto) a la mano.

Estos son los cinco sentidos, los puentes sensoriales entre el mundo exterior y el interior de la conciencia.

Este detalle es crucial: Robert Fludd, con una anticipación sorprendente a la fenomenología moderna (pensemos en Merleau-Ponty y su énfasis en el cuerpo como el lugar de la percepción, donde la conciencia se ancla en el mundo a través de la experiencia sensible [1]), ya visualizaba que nuestra realidad no es un reflejo pasivo, sino una construcción activa en los linderos de la información que estos "agujeros" recogen.

La tradición cabalística, a la que esta obra dialoga con profundidad, considera los siete orificios de la cabeza (dos ojos, dos oídos, dos fosas nasales y la boca, (jessed, gevurah,tifereth,ntzaj,hoy,yesod y materialización o verbalizacion, boca,malkuth) como las "ventanas del alma", los canales a través de los cuales la conciencia interactúa con el mundo y se nutre de él.

Para Fludd, estos no son meros conductos físicos, sino portales esotéricos por los que la energía y la información del cosmos fluyen hacia el ánima individual. La percepción, entonces, es el primer acto de una alquimia interior, la transformación de las vibraciones externas en datos inteligibles para el espíritu.
Ascendiendo en el diagrama, por encima del oído, encontramos el Mundus Imaginabilis, el "Mundo Imaginable".

Este se representa también con cinco círculos concéntricos, pero su contenido difiere: Umbra Terræ (Sombra de la Tierra), Aer (Aire), Aqua (Agua), Ignis (Fuego), y una capa exterior más sutil.

Este es el reino de la imaginación activa, el lugar donde las impresiones sensoriales se procesan, se combinan y se transforman en imágenes mentales, conceptos y fantasías.

Es el espacio de la cognición endógena, donde la conciencia comienza a moldear su propia realidad interna.
Este "Mundo Imaginable" es el equivalente cabalístico del Mundo de Yetzirah (Formación), el reino astral o formativo.

Es el lugar donde las ideas toman forma sutil antes de manifestarse en el mundo físico. Es el taller del artesano mental, donde las percepciones brutas se convierten en visiones. La mente, aquí, no solo recibe; comienza a codificar y a proyectar, a construir los andamiajes de la comprensión y la creatividad.

Dentro de la cabeza misma, Fludd traza un fascinante diagrama del procesamiento mental, conectando las percepciones con los centros de la conciencia.


Observamos líneas y círculos que
delinean un flujo de pensamiento,
una arquitectura de la cognición:
Las impresiones sensoriales, recogidas por los sentidos, viajan hacia el Mensa (Mente) y el Intellectus (Intelecto), situados en el hemisferio izquierdo del cráneo.

El Mensa se subdivide en Memoria y Ratio (Razón), la primera almacenando y la segunda procesando la información.
En el hemisferio derecho, se encuentra el Anima (Alma), que a su vez se conecta con la Mens (Mente) y el Intellectus.

Estas conexiones no son aleatorias; son los caminos por los que la información se transforma en comprensión, se almacena como memoria y se eleva a la conciencia del alma.

Los colores en estas líneas y esferas internas son un eco directo de las Sephirot cabalísticas, aunque las imágenes a color que tenemos no siempre reproducen fielmente las asignaciones tradicionales, los principios son claros.

Si asumimos la coloración usual del grabado original de Fludd (que en algunos ejemplares coloreados difiere levemente), encontraríamos:
Rojo:
Asociado a menudo con Gevurah, la Sefirá de la Fuerza, el Juicio, el rigor y la disciplina. Es el principio activo, la capacidad de discernir, de cortar, de delimitar orden. En el flujo del pensamiento, representa la acción de la voluntad, la discriminación y la concentración mental. Es la chispa que enciende la acción.
Azul:
Vinculado a jesed, la Sefirá de la Misericordia, la Bondad y la expansión.
Es el principio pasivo, la capacidad de recibir, de nutrir, de fluir. En la mente, es la receptividad, la comprensión intuitiva y la calma reflexiva. Es el cauce donde fluyen las ideas.

El proceso mental, entonces, es una trenza esotérica de Gevurah y jesed, de la fuerza que analiza y la bondad que comprende, de la restricción y la expansión, buscando un equilibrio armonioso para la conciencia.

La información no solo se procesa, sino que se tamiza por el juicio y se nutre de la comprensión.

Finalmente, en la parte superior del grabado, emergiendo del cráneo, se encuentra el Mundus Intellectualis, el "Mundo Intelectual".

Aquí, en una explosión de luz dorada, se revela el nombre DEUS (Dios) en el centro de un sol radiante, rodeado por círculos y nombres latinos como Principatus, Angeli, Vivæ Vitæ (Vidas Vivas).

Este es el reino de la inspiración divina, la revelación y la unión mística.

Es el pináculo de la conciencia, el lugar donde la mente individual se conecta con la Mente Universal.

Este "Mundo Intelectual" corresponde al Mundo de Atziluth (Emanación) en la Cábala, el reino más elevado, divino y arquetípico, donde reside la pura voluntad de Dios y las Sephirot en su estado más esencial.

La conexión directa entre DEUS y el Intellectus del hombre, a través de una línea luminosa, no es una alegoría:
Es la afirmación de la inmanencia de lo divino en la mente humana, la chispa de la conciencia que nos permite acceder a la sabiduría última.

Es la inspiración en su forma más pura, el momento del "insight" o la revelación.

El hombre de Fludd no solo procesa datos; está diseñado para recibir la luz divina, para ser un canal de la gnosis.

La línea directa desde el sol divino hacia el ojo del intelecto humano es una potente representación de la percepción trascendente, la capacidad del alma de captar verdades que superan el ámbito de los sentidos y la imaginación.

Las palabras que circundan el sol (Principatus, Angeli, Vivæ Vitæ (triada superior Keter,jojmah y binah)) son referencias a las jerarquías angélicas, los mensajeros divinos que median entre Dios y el hombre, reforzando la idea de una estructura ordenada de la creación que se refleja en la mente humana.

La profundidad de la estructura circular, círculos dentro de círculos

La constante repetición de círculos concéntricos en el diagrama es más que un simple recurso estético; es un principio metafísico fundamental.

Cada conjunto de círculos (cinco en el Sensible, cinco en el Imaginable) simboliza los niveles de densidad y sutilidad de cada mundo, y a su vez, cada mundo es un círculo dentro del Gran Círculo del Cosmos.

Este patrón evoca el concepto hermético de "como es arriba es abajo", el fractal de la creación, donde la estructura del universo se repite en el individuo.

Cada círculo interior representa una esencia más condensada o accesible, mientras que los círculos exteriores representan extensiones o aspectos más etéreos.

La mente humana, en este sentido, es un sistema de círculos interconectados, un laberinto de reflejos y resonancias que, con el adecuado discernimiento y práctica espiritual, puede ascender de lo más denso a lo más sutil, desde la percepción bruta hasta la iluminación divina.

Es una especie de matrioshka de la conciencia, donde cada capa revela una dimensión más profunda de la existencia.

En suma, el grabado de Robert Fludd es una obra maestra de la mística renacentista, una joya del pensamiento que nos invita a trascender las divisiones entre ciencia y espiritualidad.

Nos muestra que la construcción de ideas, la conciencia y la inspiración no son fenómenos aislados, sino parte de un gran flujo cósmico.

Desde la humildad de la percepción sensorial, pasando por la forja de la imaginación y la razón, hasta la cima de la iluminación intelectual, Fludd nos ofrece un mapa para la exploración de nuestra propia divinidad.

Su visión de la mente humana como un reflejo del universo, capaz de recibir la luz directa de DEUS, sigue siendo un faro para aquellos que buscan comprender la profunda interconexión entre el yo interior y el Gran Todo.

Es un recordatorio de que somos más que cerebros; somos receptáculos del cosmos, y nuestra conciencia es el escenario de una obra divina.

Notas y Referencias
[1] Merleau-Ponty, Maurice. Fenomenología de la percepción.
[2] Robert Fludd, Utriusque Cosmi Maioris scilicet et Minoris Historia, 1617-1621.
[3] Sefer Yetzirah.
[4] Gershom Scholem. La Cábala y su simbolismo.
[5] C.G. Jung. Psicología y Alquimia. (Aunque Fludd es anterior a Jung, Jung analizó ampliamente la iconografía alquímica y hermética que Fludd representa).
[6] Varios autores. Historia de la filosofía occidental y Historia de la ciencia. Para el contexto del siglo XVII y el pensamiento de la época.
[7] Las correspondencias de los colores con las Sephirot varían ligeramente entre las diferentes escuelas cabalísticas, pero los principios de polaridad (expansión/restricción, como jesed/Gevurah) son consistentes

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